Martes
Luego de infinitas horas, llegamos San Rafael, Mendoza. Jony, mi amigo, propuso que hagamos dedo; yo dije que mejor sería buscar un camping por ser el primer día. Ni bien despachamos las mochilas, nos encaminamos hacia la Secretaria de Turismo. Nos encontramos con dos chicos: Sebastián y Nicolás y después con dos mujeres, Cintia y Marina, que estaban averiguando los distintos lugares para visitar y los horarios de los colectivos, y los iban registrando en su diario. Jony me señaló con un gesto que las chicas llevaban termo y me sonrió cómplice de que nos podían ser útiles. Me sonó medio raro que se hubiera ofrecido a llevarles el bolso más tarde. Ambos grupos decidieron ir a Valle Grande, al igual que nosotros, y comenzó nuestra aventura por Mendoza; provincia caracterizada por sus canales de riego en las veredas, por su clima seco y caluroso, por sus montañas entre ríos y lagos, y por la gente cálida y amable. Tras un sofocante viaje en colectivo, llegamos al camping que nos habían recomendado. Acampamos en pocos minutos, y fuimos en busca de un refrescante chapuzón. Más tarde colgamos una soga a la rama de un árbol, que estaba en el río, en frente a la carpa, para no correr el riesgo de que nos la lleve la corriente. Los turistas que pasaban haciendo rafting. No podían creer el ingenio del invento. Después de que nos tiramos al río, fuimos a conocer la represa de Valle Grande y subimos por una de las empinadas montañas. Le comenté a Jony lo hermoso que me parecía Valle Grande, con sus montañas de diferentes colores, en desnivel con los valles que, confrontados con el río y el lago, conformaban un paisaje paradisíaco. Aunque Jony no me escuchó una mierda porque estaba tirando piedras como un loco. Sinceramente me reventó que no me haya escuchado. Sebastián le dijo que tuviera cuidado. Nico que era un pelotudo, que casi le sacaba un ojo.
Miércoles
De regreso al camping comenzaron los preparativos para el asado; no habíamos comido desde nuestro arribo. Tras haber deforestado medio Valle Grande en busca de leña, prendemos fuego. En menos de una hora, todo estaba listo para servirse. Lejos de toda cortesía, nos abalanzamos sobre la comida como desaforados, sin conversar en absoluto, iluminados por una escasa luz que nos brindaban las linternas. Dos horas después, se apreciaban lo que se fue desparramando a lo largo de la batalla: grasa de vacío, costillas, lechugas, pulpa de tomate, caracú, pate de fóe. En busca de saciar mi apetito me liberé de los cubiertos y comencé a comer con las manos, como un indio comechigones. Con una mala maniobra, torpe de mi parte, volqué uno de los bols donde estaban las ensaladas y se me cayó en la lona. Me lo comí sin remordimientos, por lo poco que veía. Confundiéndolo con las arvejas me comí un bicho bolita.Maldije por mis adentros y me fui a dormir sin despedirme, de la bronca que tenía.
Jueves
En verdad no me sentía cómodo durmiendo en carpa. A la mañana siguiente le comenté a Jony: "No aguanto más, no duermo una mierda, estoy todo contracturado y siento que me pica todo el cuerpo" "Lo de la picazón es psicológico, vas a ver..." me dijo Jony, despreocupado. ¡Psicológico un carajo! Cuando me saqué la remera, tenía cuatro hormigas coloradas prendidas como garrapatas sobre mi espalda. Por otra parte me alegraba saber que había química en el grupo. Me había dado cuenta por lo que me había propuesto Nico. "Deberíamos volver a juntarnos alguna otra vez" Le respondí que me parecía una buena idea, que en cuanto me dieran las vacaciones, nos hacíamos una escapada. El dió una breve pitada y me dijo, algo decepcionado: "Aunque como sucede en el cine, las segundas partes no son buenas, como Jurassic Park 2" Le mentí, asintiendo con la cabeza. Me avergonzaba decir que no la había visto porque me habían cortado el cable, por colgarme de mi vecina. Tiempo atrás, en casa de mis tíos, pensaba que la estaba viendo y cuando le pregunté a mi primito de ocho años me dijo: " No, boludo, son los Muppets". De veras, me sentí un pelotudo. Señalé anteriormente que había química en el grupo porque a la noche fuimos a " La Barra", y en el regreso, bajo los efectos del alcohol, el grupo se había dispersado. Al llegar al camping había perdido de vista a Marina. A la mañana siguiente le pregunté donde se había quedado la noche anterior. "Sacando fotos a la represa" me respondió haciéndose la inocente. Yo sabía que se había quedado con Seba. No es por hacer alarde de mi inteligencia, pero desde chico siempre tuve poder de intuición, sentido común, por citar alguna de mis cualidades. Tal vez lo advertí porque la noté algo insegura, o por haber fruncido levemente las cejas. O tal vez, porque la última vez que los vi juntos estaban como a dos kilómetros de la represa, desde donde con el camino empinado son como dieciocho horas a pie.
Viernes 25 de Enero
Finalizado nuestro recorrido por Valle Grande, el grupo decidió emprender nuevo rumbo. Volvimos a la Terminal. Allí nos informaron que no había colectivo para ir hacia Río-Nihuil. La ciudad de Malargue fue nuestra siguiente visita. Por suerte, logramos conseguir alojamiento a pesar no haber hecho reserva. Intentamos hacer dedo para que nos llevaran hasta el dique. Tras varios intentos en vano, Marina logró parar una camioneta que tenía un cartel que decía "Taxi-Flet". Son una especie de remises doble-función, donde el chofer puede llevarte a la curiosa "Caverna de las brujas", haciendo de guía turística o transportar 50kg de salchichón primavera. Haber conocido el Dique no merece amplios comentarios. Intentamos meternos al río, pero, desgraciadamente, nos hicieron señas para que saliéramos ante el peligro que nos llevara la corriente. Conocimos un criadero de truchas, sacamos fotos, tomamos unos mates y regresamos al camping.
Jueves
En verdad no me sentía cómodo durmiendo en carpa. A la mañana siguiente le comenté a Jony: "No aguanto más, no duermo una mierda, estoy todo contracturado y siento que me pica todo el cuerpo" "Lo de la picazón es psicológico, vas a ver..." me dijo Jony, despreocupado. ¡Psicológico un carajo! Cuando me saqué la remera, tenía cuatro hormigas coloradas prendidas como garrapatas sobre mi espalda. Por otra parte me alegraba saber que había química en el grupo. Me había dado cuenta por lo que me había propuesto Nico. "Deberíamos volver a juntarnos alguna otra vez" Le respondí que me parecía una buena idea, que en cuanto me dieran las vacaciones, nos hacíamos una escapada. El dió una breve pitada y me dijo, algo decepcionado: "Aunque como sucede en el cine, las segundas partes no son buenas, como Jurassic Park 2" Le mentí, asintiendo con la cabeza. Me avergonzaba decir que no la había visto porque me habían cortado el cable, por colgarme de mi vecina. Tiempo atrás, en casa de mis tíos, pensaba que la estaba viendo y cuando le pregunté a mi primito de ocho años me dijo: " No, boludo, son los Muppets". De veras, me sentí un pelotudo. Señalé anteriormente que había química en el grupo porque a la noche fuimos a " La Barra", y en el regreso, bajo los efectos del alcohol, el grupo se había dispersado. Al llegar al camping había perdido de vista a Marina. A la mañana siguiente le pregunté donde se había quedado la noche anterior. "Sacando fotos a la represa" me respondió haciéndose la inocente. Yo sabía que se había quedado con Seba. No es por hacer alarde de mi inteligencia, pero desde chico siempre tuve poder de intuición, sentido común, por citar alguna de mis cualidades. Tal vez lo advertí porque la noté algo insegura, o por haber fruncido levemente las cejas. O tal vez, porque la última vez que los vi juntos estaban como a dos kilómetros de la represa, desde donde con el camino empinado son como dieciocho horas a pie.
Viernes 25 de Enero
Finalizado nuestro recorrido por Valle Grande, el grupo decidió emprender nuevo rumbo. Volvimos a la Terminal. Allí nos informaron que no había colectivo para ir hacia Río-Nihuil. La ciudad de Malargue fue nuestra siguiente visita. Por suerte, logramos conseguir alojamiento a pesar no haber hecho reserva. Intentamos hacer dedo para que nos llevaran hasta el dique. Tras varios intentos en vano, Marina logró parar una camioneta que tenía un cartel que decía "Taxi-Flet". Son una especie de remises doble-función, donde el chofer puede llevarte a la curiosa "Caverna de las brujas", haciendo de guía turística o transportar 50kg de salchichón primavera. Haber conocido el Dique no merece amplios comentarios. Intentamos meternos al río, pero, desgraciadamente, nos hicieron señas para que saliéramos ante el peligro que nos llevara la corriente. Conocimos un criadero de truchas, sacamos fotos, tomamos unos mates y regresamos al camping.
Sábado 26 de Enero
Cerca del mediodía, Mario pasó a buscarnos para ir a Valle Hermoso, que se encontraba pasando Las Leñas. Mario era un hombre bastante charlatán; en todo el viaje no paró de hablar; de la clase de personas que siempre tienen un comentario para todo, aunque sólo le contáaramos que compramos leche descremada o que algunos de los chicos tenía diarrea. En realidad le decíamos Mario porque al preguntarle su nombre nos respondió "Gómez”, por más que le insistíamos nos volvía a repetir "Gómez", como si fuera una agente secreto del FBI: "Bond, James Bond". "Gómez". A veces pienso que nos toman de turistas japoneses y se terminan aprovechando de nosotros. Como cuando en Valle Hermoso, Mario nos prometió la presencia de árboles para guarecernos del sol, y no había ni un potus a la redonda; nada para hacer fuego, o como cuando en la ciudad nos cobró 120 pesos por llevarnos a conocer el dique, y sólo tuvo que salir de las cuatro cuadras del pueblo y se la pasó veinte minutos girando alrededor de la plaza para que el medidor siguiera facturando. "Allí donde ven hacia lo lejos, varios soldados perdieron la vida al intentar cruzar a Chile, Aquí, se hacían trueques entre mendocinos y chilenos a cambio de ponchos y sombreros hechos con lana de chivito". Entre nosotros parecería ser un hombre de mundo, aunque nos comentó que jamás salió de Malargue. Valle Hermoso nos deslumbró a nivel paradisíaco; con los diferentes colores de las montañas, las aguas cristalinas de los lagos, y la vegetación tan inusual, en la que no había una sombra alrededor, ni madera para poder cocinar o calentarnos por la noche. Con nuestros escasos recursos, pudimos hacer fuego aunque a Marina, que estaba a cargo, se le pasaron los fideos y quedaron como engrudo. Pensé en matarla. Por la tarde fuimos a escalar la montaña en procura de que Jony conociera la nieve. Los primeros pasos fueron decepcionantes: el camino estaba empantanado y, teniendo en cuenta que estábamos a mediados de enero y la nieve sólo estaba en la cima de la montaña, nuestra misión era aún más complicada. Tras cruzar el pantano, nos siguió la primera subida, rodeada de filosos espinillos; más tarde nos esperó una superficie colmada de lajas de distintos tamaños que impedían a subida. Cuando llegamos a la cúspide había que subirse a una roca. Al pisarla, se deshizo y cayó formándose una avalancha. Para conservar la vida sacamos fotos de la bella panorámica y decidimos volver antes de oscurecer. Por la noche la temperatura descendió y nos vimos obligados a hacer fuego. Compramos cinco kilos de madera a precio de oro y logramos hacer las municiones con sopa instantánea, lo que nos hizo olvidar el frío. En cuanto se agotó la última brasa, nos dormimos.
Domingo
Mario volvió para llevarnos al Pozo de las Ánimas y más tarde a la Laguna de la Niña Encantada. El Pozo de las Animas estaba formado por dos grandes pozos de aproximadamente cincuenta metros de profundidad, que ocasionaron la erosión y el paso del tiempo. Desde lejos, apreciamos una pequeña playa, pero lo empinado del camino dificulta su acceso. Dice el cartel de la parada que el uso que se le dió fue la de tirar los cuerpos de los prófugos que huían cruzando la cordillera. Ante la duda, ninguno decidió ponerse de espaldas para sacarse la foto. Jony le preguntó al guía donde se encontraba la Niña Encantada. "Se ve pero no vayan a creer que es real. Súbanse hasta arriba, donde esta la cruz, la pueden ver enfrente de la bruja tallada” Era sólo una figura abstracta a la que se le veían unas piernas y los brazos cruzados. Podía ser la “niña encantada” o mi abuela haciendo ñoquis. Marina bajó unos metros entre las rocas y se inclinó hacia adelante en busca de ver algo más de cerca. Un breve puntapié en las nalgas la hubiera arrojado a la laguna, y de dar en alguna piedra, hubiera quedado inconsciente ahogándose de inmediato. Al rato Marina se puso de pie y me pidió que le sacara una foto. Después de todo, no era tan profunda la laguna de mierda esa. Por la noche, retornamos a la ciudad, pero nuestros compañeros volvieron a sus casas porque contaban con una semana de vacaciones. Nosotros nos fuimos al norte de Río Negro, Buta Ranquil, en compañía de dos geólogas. El mismo día compramos los últimos pasajes que quedaban. Partimos al anochecer. A diferencia de Valle Hermoso, nuestra caminata hacia el volcán El Tromen no estaba rodeada de arroyos, lo que no nos permitía recargar la botella. Los rayos ultravioletas reventaban en nuestros deteriorados rostros y nos hicieron agobiante el viaje. El lugar exótico me sugirió una interesante idea: con mis conocimientos de Televisión podría hacer un programa al estilo "Las aventuras del hombre". De pensarlo, me imaginaba: "Aquí nos encontramos en los Valles de Punilla, ante la presencia del fósil Anthemonium Phitecus. Por la cantidad de rayas y el tamaño de los mismos, notamos que provienen de la Era Paleozoica-Mesozoica" ¡Rayos y Centellas! ¡Recórcholis! ¡La puta que lo reparió! Lo último sería para captar mayor audiencia, lo que nos pondría a la altura de la National Geographic. Porque decime una cosa:¿quién carajo habla como esos tipos? Yo debería ser productor, si vuelvo a Buenos Aires voy a dejar mis estudios en horticultura. Martes
Martes
De Chos-Malal, partimos para Zapala, de ahí podíamos ir a Villa La Angostura, vía San Martín de los Andes. Llegamos a puerto a la medianoche, y nos hospedamos en el primer hotel que encontramos. "Hotel Residencia”, sino me acuerdo mal. Decían que el hotel era tres estrellas, pero se le habían borrados dos. Nos hicieron descuento porque nos comentaron que la única habitación disponible no estaba en óptimas condiciones. El ambiente era deplorable: el piso estaba todo mojado. Arriba le habían puesto papel de diarios para taparlos, y la humedad era insoportable. Las paredes estaban todas despintadas y la ventana tenía vista a un juntadero de porquerías de un herrero probablemente desquiciado. Tomamos una ducha y bajamos a comer al restaurant del hotel. Como aún quedaba restos del anterior comensal el mozo pasó rápidamente a limpiar. Le pasó por arriba de los platos con un trapo rejilla carcomido. Noté que estábamos bajo otra cultura. Al terminar la cena le preguntamos al mozo por algún prostíbulo, locales de venta de alcohol, casas de juegos clandestinos, boliches nocturnos y orgías. Nos comentó de un taller literario, pero por el momento estaba cerrado por falta de presupuesto. Según mi reloj uoter resis eran las 10:40am cuando desperté, debido a unos ruidos, que cuando estaba a punto de volverme a dormir, volví a escuchar. Eran de grandes pasos, como de algún animal prehistórico y se repetían de a intervalos. Jony me preguntó si había algún volcán activo en Zapala, pero no sabía nada. Mi corazón estaba en las 250, 300 pulsaciones por minuto y Jony se escondía bajo la bolsa de dormir mientras este sujeto, como en una película de Hitchcock, se acercaba hacia nosotros. Se abrió de golpe la puerta y apareció una gorda de 250 a 400kilos. La dueña del hotel. Era inmensamente enorme, con sus pómulos colorados, su cara redonda y sus ojos grandes, rechonchos, llenos de ira. Tenía un vestido horrendo con lunares verdeoscuros que contrastaban con el negro lúgubre de fondo. Parecía la flota norteamericana en el desembarco en Normandía. Apenas abrió su bocota empezó a decirnos:"¡Mocosos irrespetuosos! ¿Estas son horas de levantarse? ¡Váyanse antes de que llame a la policía, imbéciles! En dos minutos, rehicimos las mochilas y bajamos las escaleras mientras nos seguía con escoba en mano gritándonos. Nuestra última parada fue Villa La Angostura donde nuestros recursos se nos agotaron. Por la noche me descompuse y terminé en el baño de la YPF. Por la mañana la temperatura bajó -10º y se me escarcharon los genitales. Parecían dos bolas de fraile azucaradas. Con nuestros últimos doscientos pesos compramos los ultimos asientos y volvimos con una torticolis escalofante a nuestra querida y entrañable Buenos Aires.
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